lunes, 27 de marzo de 2017

se acabo el invierno






Nos fuimos de puente del día del padre, no me toco cenicero hecho por el Alejandro, me tocaron una Nortface de aproximación que te cagas. Pusimos rumbo al pueblo de Ana, allí paseos por el campo bajo el sol, viendo a las vacas, a las cabras a los cerdos en fin e intentando que el niño coja la bici, un día nos escapamos a esquiar a la Covatilla, el Carlitos le da bien, y eso que solo ha dado un curso de dos días, me lo subí arriba del todo y al final acabó hasta saltando, con la hermana de Ana, Rosa lo pase peor, pero ya se va soltando...

Murió Chuck Berry, uno de los padres del Rock...

Si dentro de un milenio llegasen los extraterrestres a la Tierra, necesitarían ver una pirámide para saber qué fue la cultura egipcia, la Mona Lisa para apreciar el valor de la pintura, aventurarse en El Quijote o Hamlet para explicarse el acontecimiento de la literatura o recrearse en la Novena Sinfonía de Beethoven para conocer la magia de la música clásica. A esos mismos alienígenas les bastaría el explosivo riff de ‘Johnny B. Goode’ para saber qué fue el rock’n’roll, ese sonido liberador, electrizante, que puso patas arriba al mundo occidental a mediados del siglo XX.

Los extraterrestres, como toda la humanidad, no podrían evitar mover el esqueleto, o lo que sea que tuviesen, gracias al creador de la canción: Chuck Berry, muerto este sábado a la edad de 90 años

De Yosemite:

" valle de Yosemite (EE UU) muestra dos paredes icónicas: El Capitán y el Half Dome, 1.000 metros de granito en el primer caso; 600 en el segundo. A mediados de los años 50, en pleno desarrollo de la clase media norteamericana y de la llamada generación beat, Royal Robbins (acompañado por Jerry Gallwas y Mike Sherrick) firmó la primera ascensión al Half Dome en cinco días de pelea. Un año después, tras 47 días de asedio repartidos a lo largo de varios meses, Warren Harding estrenaba el primer itinerario en la pared del Capitán. Resulta complicado explicar la biografía de Royal Robbins, fallecido el pasado 14 de marzo a los 82 años de edad, sin citar la legendaria rivalidad que le enfrentó a Harding.

Robbins fue uno de los primeros defensores de la escalada ética y responsable, un purista para el que el fin nunca justificaba los medios. La integridad y la nobleza del gesto inspiraban sus conquistas. Pelo siempre corto, gafas de pasta, solía esconderse en el bosque bajo las paredes de Yosemite para devorar los clásicos de la literatura. Y no soportaba a Harding, un tipo greñudo, jamás afeitado, bebedor, mujeriego, pendenciero y convencido de que los escaladores escalan porque están enfermos. De él se decía que apenas conocía el grado mínimo de civilización.

Uno y otro solo compartían un gusto desaforado por la aventura y la conquista. Poseían la ambición, la visión y la determinación para derribar muros técnicos y psicológicos. Cada cual a su manera. De su antagonismo nacieron aperturas y ascensiones sensacionales y adelantadas a su época. Harding menospreciaba tanto a Robbins, al que calificaba como el máximo representante de los cristianos del valle, que no se molestaba en repetir sus aperturas. En cambio, Robbins, que aborrecía la falta de escrúpulos de su rival para abrirse camino en la pared (abusando de las expansiones, fijando cuerdas para subir y bajar de la pared o para izar alcohol o un pavo para el Día de Acción de Gracias), no podía evitar seguir sus huellas para demostrar que una escalada más pura y rápida era posible. Si Harding invirtió 47 días para abrir la primera ruta al Capitán (The Nose), Robbins invirtió apenas siete días un año después. Pero Robbins nunca pudo ridiculizar la última apertura de Harding: la primera ascensión de The Dawn Wall.

Fue en 1970, y Robbins había declarado que ese lado de la pared del Capitán era inescalable: era demasiado lisa y precisaría colocar demasiados seguros de expansión, lo que a su juicio era como hacer trampa. Pero esas minucias nunca frenaban a Harding, quien se embarcó junto a un compañero en un viaje que le mantuvo 28 días seguidos colgados de la pared, soportando incluso una terrible tormenta que puso en alerta a los servicios de rescate. Harding ahuyentó a los rescatadores con un mensaje disuasorio: “¡Ni queremos ni aceptaremos un rescate!”. La repercusión en los medios de comunicación fue desmedida. Ganó mucho dinero e hizo la ronda de los programas televisivos de mayor audiencia, martilleando el ego de Robbins.

Ultrajado, Robbins decidió arrancar todas las expansiones de la vía, pero a medio camino de la cima descubrió que Harding no había construido una escalera artificial sino que había descubierto y ejecutado un itinerario severo y audaz, uno que incluso él podía respetar. Dejó de arrancar seguros y empezó a usarlos para escalar hasta salir de la ruta. Su orgullo no le impidió reconocer que Harding había firmado una obra maestra. Robbins nunca dejó de escalar. Creó una firma de ropa de montaña con su nombre. Fue un éxito. Harding se alejó de las paredes y se pasó el resto de su vida acompañando a su madre, cada cual en una mecedora, bebiendo en el porche de la única casa que conoció. Se fue en 2002"

No sé si les pasa, pero después de dos años en que cuando nos juntábamos con alguien hablábamos inevitablemente de política (elecciones, investidura, encuestas, tertulias, lo que dijo este, lo que respondió el otro), ahora, superado el bucle electoral, volvemos a hablar de trabajo. Volvemos a contarnos “lo mal que está la cosa”, el amigo al que han despedido, el que va de contrato temporal en contrato temporal, al que no le pagan las extra, el que no libra un domingo, y por supuesto el que sigue en paro. Lo mismo que monopolizaba nuestras conversaciones durante la crisis, con la diferencia de que ahora, nos aseguran, ya no hay crisis. ¿Y entonces? Si la crisis ya pasó, ¿esto qué es?

Por las mañanas, en la Cadena Ser, hay un buzón de voz para que los oyentes cuenten qué les preocupa. Durante años se llamó “Diario de la crisis”, y podías escuchar a trabajadores compartir su malestar, parados desesperados, jóvenes que emigraban, madres agobiadas por la falta de futuro de sus hijos. Hace poco decidieron cambiar el nombre a la sección: “Diario de Hoy por Hoy”. La gente sigue llamando, y cuenta lo mismo: malestar, desesperación, emigración, falta de futuro. Ya no se llama “de la crisis”, pero sus vidas no han cambiado.

Algo así nos puede estar pasando a los trabajadores: en los años más duros de la crisis, las huelgas cayeron a mínimos. Había miedo, sí, el paro desbocado presionaba para no moverse mucho, pero también había una cierta confianza, por maltrecha que fuera: que me quede como estoy, que ya pasará la crisis. Ahora nos dicen que la crisis ya pasó. Lo dice el discurso gubernamental, los indicadores macroeconómicos, los resultados de las empresas. ¿Y para los trabajadores? Sueldos menguantes o ultracongelados, peores condiciones, incertidumbre. Nos tocó pagar la crisis, asumimos los “sacrificios” (¿recuerdan?), pero no esperemos ahora disfrutar la “recuperación”. Al contrario: nuevas vueltas de tuerca.

Puede que leyendo el primer párrafo dé otra sensación, pero no se engañen: poca huelga hay para el nivel de hartazgo en que vivimos. En las manis seguimos cantando, melancólicos, eso de "hace falta ya, una huelga, una huelga... hace falta ya una huelga general...", y algunos hasta especulan con que la próxima la convoque Podemos. Pero igual lo que te hace falta es una huelga en tu empresa.

y nosotros a lo nuestro, me llamo Javi el primo de Ana hace mucho que no sabíamos de él, se ha comprado una bici, Una Cube, super chula, de 29, negra buena suspensión, una pintaza de cojones… así que hay que ir a probarla, domingo vuelta por Bece y cachopada, llamo para reservar y se van de vacaciones hasta abril, una pena, pero en fin sigue en pie lo de la bici, si el tiempo no lo estropea, después de dos semanas a veinte y tantos grados una gran borrasca nos deja nieve por todos los lados, que cosas, irremediablemente te pones a leer el campo base, y un magnifico reportaje en las páginas centrales 20 y 21, con la excusa de seguir la evolución de Maurice Herzog se da un repaso a lo que se luchó por el estado del bienestar después de la guerra y lo que se lucha ahora por destruirlo.

Total, que el Dani se jodío el pie en la Pedri, un esguince para semana o dos semanas, y eso que el pobre tiene ahora entrevista de trabajo, así que tuvimos una baja, el Alfred como bautizó a la niña en sábado, dijo que solo subía a los pichos, así que tuvimos dos bajas, ya que aunque no había cachopada, dio la casualidad que era el finde de la feria de las tapas, así que dabuti vuelta por Bece y luego de tapa en tapa.

A las tapas también subieron Ana y el Alejandrito… lo pasamos muy bien, me gusto recordar los viejos tiempos de Bece, aunque, se está apijando el sito de mala forma. La verdad en la vuelta que dimos alrededor del pantano y del monte del colacao, fue corta, unos 11 km, y 250 de desnivel, pero tuvo de todo, accidentes mil, el Javi se cayó porque no le funcionaron en una ocasión las calas, yo me caí por pasar por unas piedras que estaban heladas, y me fui para abajo unos metros, al principio hizo un frio del carayo luego nos llovió durante unos 10 minutos pero estuvo bonito y además que estábamos solos, que eso siempre se agradece. Cuestas charcos, trialeras, bajaditas… bosque, pista. No me acuerdo a qué hora llegamos dejamos la frego arriba del todo de la urbanización de la vieja tejera, donde el chalet del Isi, nos metimos en el bosque para llegar al camino del depósito todo cuesta arriba, luego por el lateral de la carretera hasta la presa, presa, para bajo por los caminitos a coger el camino del Colacao hasta el pueblo, después para el cementerio, antes nos encontramos Fidel que iba con su hijo, está muy mayor debe de ser de la edad de Alejandrito, no iba a salir a las tapas que estuvo el sábado con Sonia, así que por el camino del cementerio a coger la carretera de Navacerrada, de ahí a la urbanización de la majada del espino, para coger por los campos que suben hacia la barranca, todo lleno de agua regatos, arroyuelos, pasamos varias porteras, en ese cacho fue donde más nos llovió y cruzamos la carretera para subir al cerro del alto del Hilo, allí bajar al embalse hasta la presa, y a por el coche.

Luego de tapa en tapa, la que más nos gusto fue la del Hostal Victoria, que lo han abierto hace unos 8 meses, y está especializado en tapa de croquetas y en cerveza artesanal… que por cierto compré dos cervezas IPa, que molaban las etiquetas, una para Alejandrito y otra para mí, le digo que para que nos las bebamos los dos, cuando cumplas 18 y me dice y tú ya estarás muy viejecito… en fin la del ambigú donde trabaja el Riki, que estuvimos con él tampoco estuvo mal... y la de los Carlones, como estaba Charli currando, nos la puso especial, y acabamos como no tomando la tapa dulce del Domca, milhojas de yogur, que estaba de rechupete allí dejamos al Alfred que se iba a comprar media tienda.

A todo, esto tres semanas sin beber, que aburrido se me hace todo y eso que fue el cumple del Kiko, de mi madre, el día del padre, todo celebraciones para pasarlo de PM, pero como me aburro.