jueves, 25 de agosto de 2022

septiembre esta tan cerca el vértigo se apodera



 
























Si, ya casi estamos hay, los cambios los retos, un mundo nuevo una vida nueva,

Y encima estos días en Chagarcia te descubren que tu hijo ya no es tan niño...

y son todo temores el vértigo se precipita, para, respira, poco a poco, día a día, no vayas más allá... pero tiene cojones que dos cosas que deberían de aportarte felicidad e ilusión en estos mometnos solo sea miedo y preocupación.

Demasiado tiempo para pensar, demasiado cansancio en la cabeza y esta puta soledad, que te hace sentir como un puto escarabajo pelotero...

Siempre intentado hacer cosas, para sentirme diferente pero no, no somos diferentes, no somos únicos, ni tampoco los mejores ni los peores. Si eres escalador hay millones mejores que tu, si eres ciclista, millones de personas lo practican millones de veces más que tú, si escribes, escribes de forma muy pèro muy mediocre, casi insultante, si te gusta el rock, ejem,, si casi no tienes ni puta idea… no, no eres excepcional… El mirar las cosas desde el exterior, practicar ese 'extrañarse' que proponía Bertolt Brecht, es lo mejor que podemos hacer. Olvidémonos del 'yo', en esta soledad te das cuenta que nada está marcado que no hay un fin, hay mucho tiempo que rellenar que están fuera de tu plan establecido y hay que llenarlos y en esos momentos te das cuenta de muchas cosas, y sobre todo que no hay una dirección, es mejor en estos momentos practicar el vagabundeo a lo Charles Baudelaire, en plan 'flâneur' [paseante, callejero...]. Ser un tipo que se va encontrando con las cosas. Prefiero eso, vagabundear, a pensar que la vida no es un camino recto que tiene un objetivo y sobre todo huir del puto algoritmo, no me gusta ponerme retos ni expectativas, no me gusta que este todo organizado y menos por putas maquinas, dejarse pensar un viernes en un bosque y ver un oso, y el sábado hacerlo, el lunes pensar en quedar con amigos para ver el futbol y el miércoles hacerlo… dejarse llevar… somos soledades en convivencia.

No sé qué es ser buen padre, si es lo de cuidarle, prestar atención a lo que hace en la escuela, preocuparse por sus estudios, estar siempre pendiente de él, entonces lógicamente no, no soy buen padre, pero que es ser buen padre... no se el tiempo lo dirá, si es saber los nombre de sus amigos, o de sus profesores, o saber a que clase va, pues no, no soy buen padre… pero dentro de mi, tampoco creo que lo este haciendo mal, porque le veo feliz… y cuando nació, creía que no llegaría a estar con él ni un año, me venia grande el tema de la paternidad, bueno, todavía me viene grande, que miedo la adolescencia...

Ahora surgen miedos, se adaptara a su nuevo cole, le harán la vida imposible, le gustara vivir allí, se echará nuevos amigos, está claro que son dudas, pero no hay ñinga duda de que el camino elegido para los próximos años no es el malo, vivir en Becerril es un plus más mas, luego cuando me canse de vivir Allí vagabundear, me gustaría ir a un pueblo lo más pequeño posible, perdido en la montaña Palentina, en Cantabria, no se, otra etapa, pero ahora vamos con la que viene, estos putos veranos, y el puto tiempo que vuela y vuela.

CUANDO LOS PADRES NOS QUEDAMOS HUERFANOS (Gabriel García Márquez)


Hay un período
cuando los padres
quedamos huérfanos
de nuestros hijos.

Es que los niños crecen independientemente de nosotros,
como árboles murmurantes
y pájaros imprudentes.

Crecen
sin pedir permiso a la vida.
Crecen
con una estridencia alegre
y, a veces,
con alardeada arrogancia.

Pero
no crecen todos los días,
crecen de repente.

Un día se sientan cerca de ti
y con una naturalidad increíble
te dicen cualquier cosa
que te indica que
esa criatura de pañales,
¡ya creció!

¿Cuándo creció
que no lo percibiste?

¿Dónde quedaron
las fiestas infantiles,
el juego en la arena,
los cumpleaños con payasos?

El niño crece
en un ritual de
obediencia orgánica
y desobediencia civil.
Ahora estas allí,
en la puerta
de la discoteca
esperando no sólo que no crezca,
sino que aparezca.

Allí están
muchos padres al volante
esperando que salgan.

Y allí están
nuestros hijos,
entre hamburguesas y gaseosas.

Con el uniforme
de su generación
y sus incómodas
y pesadas mochilas
en los hombros.

Allá estamos nosotros,
con los cabellos canos.

Y esos son
nuestros hijos,
los que amamos
a pesar
de los golpes de los vientos,
de las escasas cosechas de paz,
de las malas noticias
y la dictadura de las horas.

Ellos crecieron amaestrados,
observando y aprendiendo
con nuestros errores
y nuestros aciertos.

Principalmente
con los errores
que esperamos no se repitan.

Hay un periodo
en que los padres
vamos quedando
huérfanos de los hijos.

Ya no los buscaremos más
en las puertas de las discotecas
y del cine.

Pasó el tiempo del piano,
el fútbol,
el ballet,
la natación.

Salieron del asiento de atrás
y pasaron
al volante de sus propias vidas.

Deberíamos haber ido más
junto a su cama,
al anochecer,
para oír su alma respirando
conversaciones y confidencias
entre las sábanas de la infancia,
y a los adolescentes,
cubrecamas de aquellas piezas
con calcomanías,
afiches,
agendas coloridas
y discos ensordecedores.

Pero crecieron
sin que agotáramos con ellos
todo nuestro afecto.

Al principio
fueron al campo,
la playa,
navidades,
pascuas,
piscinas
y amigos.

Sí,
había peleas en el auto
por la ventana,
los pedidos de la música de moda.

Después llegó el tiempo
en que viajar con los padres
comenzó a ser un esfuerzo,
un sufrimiento,
no podían dejar a sus amigos
y primeros enamorados.

Quedamos los padres
exiliados de los hijos.

Teníamos la soledad
que siempre deseamos,
y nos llegó el momento
en que sólo miramos de lejos,
oramos mucho
(en ese momento
se nos había olvidado)
para que escojan bien
en la búsqueda de la felicidad
y conquisten el mundo
del modo menos complejo posible.

El secreto es esperar.
En cualquier momento
nos darán nietos.

El nieto
es la hora del cariño ocioso
y la picardía no ejercida
en los propios hijos.

Por eso,
los abuelos
son tan desmesurados
y distribuyen
tan incontrolable cariño.

Los nietos
son la última oportunidad
de reeditar nuestro afecto.

Así es.

Los seres humanos
sólo aprendemos
a ser hijos
después de ser padres;
sólo aprendemos
a ser padres
después de ser. abuelos.

En fin,
pareciera que
sólo aprendemos a vivir
después de que la vida
se nos va pasando. Disfrutemos de nuestros hijos en cada una de sus etapas mientras duremos vivos!!

Gabriel Garcia Márquez.


En fin el sábado fuimos de manifestación a Piedrahita por el tema de la mina, luego nos acercamos a Tortoles que nos invitaron Nico y Angelines a ver su casa y su pueblo, me estuvo enseñando las motos y casi nos animamos que me ensañará la trialera de la Quebrada. Pero al final nos dimos alcohol, luego bajamos a ver el pueblo de Bonilla de la Sierra, que fue una villa a dónde venían los obispos de vacaciones, y no veas tú la que liaban pedazo pueblo se montaron.... vivían de pm, llegaron a tener en el siglo 16 hasta 2500 habitantes y ahora no se si llegaran a cien… la verdad que es muy curioso y no está nada anunciado ni promocionado.

Alfred se fue para Oliva y Pedro para el delta del Ebro... Raúl se piro para lo del Txindoki y luego también hizo la cresta de Palomares.... Dani volvió de Irlanda…

Total que el jueves volvió Raúl del País Vasco, así que damos en mi casacón Dani, preparamos las cosas, que por cierto el puto gps no arranca, lo he cargado con tres cargadores diferentes, dos baterías diferentes, lo he llevado la casa del gps, y na de na, pero en fin, se vino también el BB, para que le dejara unas tiendas de campaña que se iba con los críos a un concierto de los SA a Béjar, el sábado, y nos fuimos animando y en vez de irnos para casa nos fuimos para huertas, en fin… se nos hizo de día, así que el pensamiento de ir a la peri el viernes tarde dormir en la pradera del Yelmo que Dani subiera por la normal y Raúl y yo por la Ignatius se nos deshizo, Raúl se piro para Granada, y el Dani y yo sobrellevamos el viernes como pudimos, el sábado íbamos a habernos acercado a hacer el Montón de trigo pero menudo perezote, así que nos acercamos al mercado de Lavapiés a tomar unas cervezas, total que dimos con el puesto de el rincón de Edus, que lo llevaba un tal miguel, muy majo se dispersaba del carallo, había sido piloto y la puta casualidad que vino un tío muy majete se puso al lado nuestro y también era piloto el comandante Pirri, militar pero piloto, nos contó que fue el último hércules que salió de Kabul, y aventurillas de estas, en fin que nos echaron del mercado a las 18 y nos fuimos a donde el hermano de Chosi, que había allí unos moteros y claro hasta las 12 de la noche… que horror todo lo que había ahorrado al carajo... el domingo era el cumple de Laura tócate los huevos 17 años ya, joder, subimos a Patiquitas, Ana abajo con Alejandro porque el lunes se lo llevaba Eva a Biarritz… a que estuviera con sus primos, y ya casi casi se nos acabó agosto.

Este año esta subiendo mucha gente al Picu, además ese le aniversario de la vía de los genios mas genios que ha dado este país, con el permiso de los Pou…

Escalada más mítica de la geografía española. Abierta a lo largo de cinco días en dos ataques diferentes durante el mes de agosto de 1962, comenzando el 15 y alcanzando la cumbre el día 21, cumple en estos momentos 60 años de su apertura.

Abierta por Alberto Rabadá y Ernesto Navarro, “la vía soñada” como así la denominó Rabadá, representa un alarde de creatividad, fuerza y recursos en una pared que permanecía virgen por aquel entonces. Vía reconocida hoy como “imprescindible”, conserva intacto el halo mítico que la cordada imprimía a sus realizaciones.

Durante la ascensión, al igual que sucedió en el espolón del Firé, los escaladores grabaron una película editada posteriormente por Miguel Vidal y que nos muestra las progresiones y dificultades de la cordada.

Reproducimos aquí de la página de Barrabes, el texto que Alberto Rabadá escribió para el número 68 del Boletín de Montañeros de Aragón en el que explica en primera persona la experiencia de la apertura de esta gran vía.

Rabadá.

15 de agosto.

El clásico ritual de la preparación al pie de pared tiene hoy para mí un sabor distinto al de otras ascensiones: ¡por fin me veo ante la realidad de tantos sueños e ilusiones forjados desde que por primera vez (de esto hace ya siete u ocho años) viera la efigie de esta apasionante pared en una revista de montaña!

Hace de esto unos cuatro años: fue mi primer intento formal de establecer contacto con ella, junto con Domingo Arenas, de Barcelona, y dos compañeros más. A última hora tuvimos que desistir de ello por haber sufrido el primero una gran descarga que lo dejó, muy contra su voluntad, inutilizado para el resto de la temporada.

Por problemas laborales no había podido en los años siguientes volver a la carga, siendo a primeros de este año cuando decidimos con Navarro (que también tiene los suyos) solucionar éstos, de manera que podamos disponer del tiempo suficiente para un ataque en serio…

¡Comenzamos! El primer largo de cuerda nos sitúa en unos nichos herbosos, bajo una gran entosta que se inicia a unos 30 metros del suelo terminando unos cien más arriba.

El segundo corre a cargo de mi compañero… enseguida compruebo, a juzgar por sus jadeos, que no desmerece la opinión que de él nos habíamos formado… pronto necesita emplearse a fondo consiguiendo ganarle metros a la pared a costa de deshacerse los nudillos al intentar clavar los tacos de madera, escarpas y demás “ferretería” en esta semiciega fisura que durante cuarenta metros en continuo extraplomo lo conducirá al fin sobre la inestable fisura donde hacer reunión.

Nueva tirada (esta vez menos “agresiva”) y alcanzo un pequeño resalte donde, tras recuperar la mochila (que pesa como el plomo) y a mi compañero, que a su vez, recupera el material, nos preparamos a pasar nuestro primer vivac.

Inicio de la gran travesía.

16 de agosto.

Mientras nos acomodamos en este “aéreo lecho” sobre la incómoda llambría que para este segundo vivac nos ha tocado en suerte, repasamos la labor del día…

Al igual que ayer, hoy también ha habido que “bregar”… La culminación de la entosta tras dos largos no muy difíciles… El arranque de ella por un tramo de pared lisa donde entre algún que otro buen clavo hay que usar de nuestra “artesanía rigloide”, ferretería corta… “pitoches”, “pitonisas”, con taquetes de madera…

El corto desprendimiento al intentar forzar una placa de unos seis a ocho metros (más bien escasa de posibilidades) que nos separaba del principio de esta gran cicatriz en cuyo centro ahora nos encontramos, ¡eso sí, dispuestos, a pesar de lo incómodo de la postura, a apurar las pocas horas de descanso que nos brinda esta neblinosa noche.

Gran travesía desde la guitarra.

17 de agosto.

Siguiendo la Cicatriz en toda su longitud (un largo de cuerda de los más bonitos de toda la pared) logra situarse Navarro junto a dos pequeñas oquedades que ya adivinábamos desde el suelo, punto de partida, según nuestros planes, para alcanzar el centro de la pared propiamente dicho, situado a unos –calculamos- cuarenta o cincuenta metros a la izquierda.

Final de la cicatriz.

A pesar de que al principio la pared ofrece algo de defensa, pronto se vuelve hostil, teniendo que echar mano, al fin del nada simpático Ramplux para poder progresar por ella.

Todos mis esfuerzos de tirar en diagonal se ven estrellados contra la configuración de la pared, que cada vez me va desviando más de la ruta preconcebida, encontrándome al final de la tirada situado treinta metros por encima de mi compañero, en lugar de estar a la izquierda, que era nuestro propósito.

Son ahora los esfuerzos de mi compañero los que se ven rechazados por la misma causa. Tratando de buscar un punto vulnerable ha remontado unos quince metros alcanzando una pequeña entosta desde donde se descuelga en péndulo unos metros… después de interminables probatinas decide que por allí tampoco es factible.

Como la noche ya se nos acerca, recupera el material colocado y regresa junto a mí… ¡y a deliberar se ha dicho!

Sopesamos las posibilidades en pro y en contra. Por una parte todavía doscientos cincuenta metros o más de pared por resolver, pared que, por lo que juzgamos, igual puede costar tres o cuatro días más, y comida y agua sólo queda para dos días escasos. Esto, junto con la duda de ¿y si hubiera que abandonar desde el otro lado de esta travesía, quizás ya en malas condiciones físicas por el esfuerzo de una a dos jornadas más de –no nos cabe la menor duda- dura batalla?

Por otra parte, convenir en que hacer montaña nunca nos supuso llevar las cosas a límites que pudieran ser nefastos, nos hace ponernos de acuerdo rápidamente en cuál va a ser nuestra conducta… ¡Haremos un entreacto!, como en las películas de largo metraje.

Ya tomada la decisión, la inmediata es buscar la salida. Ésta la efectuamos con un largo de cuarenta metros por una cornisa que tenemos a nuestra altura (cornisa que llamaremos del Entreacto) y que desemboca en un gran circo, al que en recuerdo de los montañeros santanderinos bautizamos el “Sardinero”… en él pasamos la noche bastante confortablemente.

Inicio del Gran Diedro

Días 18 y 19.

De estos dos días el recuerdo ya es más fugaz; salir del circo del “Sardinero” por una cresta que lo limita con la canal de Tiros de la Torca con ayuda de algún clavo, descenso por la canal de la Celada hasta alcanzar el refugio, donde podemos contemplar a nuestro placer el “camino” recorrido y el que queda por recorrer de esta pared que, vista de nuevo, ahora, desde aquí, parece imponer más respeto.

Con el fin de mercar más provisiones nos dirigimos al parador de Áliva. De aquí nos encaminamos a la mina, donde podremos adquirirlos a un precio más “montañero”, siendo acogidos con un agradable trato de los muchachos que trabajan en ésta, al cual nosotros procuramos corresponder haciendo pronto una sana corriente de simpatía. Aquí pernoctamos.

Nuevo contacto con bilbaínos en Cabaña Verónica y apacible paseo hasta encontrarnos otra vez en el refugio Delgado Úbeda, donde me las valgo (modestia a un lado) para que Navarro me felicite por el soberbio condumio que preparo, el cual tengo que repetir a petición suya, pues le ha sabido a poco.

Mientras ascendemos por la canal de los Tiros de la Torca, ante la visión que se nos ofrece de la pared, llegamos a la conclusión de ¡qué miedo!... ¿y si nos fuéramos a la playuca de San Vicente de la Barquera?... ¡Pero no! ¿Qué diría Villarig? ¡Apunta, Navarro! ¡Por eso!

20 de agosto.

Con la noción del tiempo ya perdido –no sé cuántas horas está durando este largo de cuerda-… ensimismado en mis pensamientos he ido avanzando poco a poco hasta alcanzar una pequeña entosta donde ¡al fin! coloco un par de buenos clavos en directo; con cuatro clavos más –de ellos, dos “expansivos”- alcanzo otra entosta donde, ¡sorpresa!, cuando ya creía tener la travesía dominada, resulta que el punto queda todavía unos quince metros más a la izquierda y unos veinticinco por debajo de donde me hallo.

Descuelgüe de la Gran Travesía.

Al ver mi desencanto, Navarro me sugiere que descuelgue unos metros en Dülfer para ver qué se ve. Así lo hago y, conforme me va soltando cuerda, vuelven a mí los deseos de vencer que por un momento me habían flaqueado ante esta (suponía) nueva tentativa frustrada.

Lo que un poco quiméricamente pensamos en Zaragoza, ha sido la solución para resolver este problema… Gracias a este péndulo he conseguido acercarme a unos ocho metros del punto deseado. Las cuerdas no dan más de sí… es necesario parar en plena pared. Coloco dos buenos clavos y, suspendidos de ellos sobre estribos, paso la mochila (nuestra inseparable compañera). A continuación Navarro hará una serie de arriesgadas y hábiles maniobras de cuerda que me permitan disponer de ella para alcanzar la ansiada cornisa.

Se está ocultando el sol cuando al fin nos vemos reunidos en ella, no sin antes haber dejado colocado, y fijo a buenos clavos, un pasamanos de unos cuarenta metros para que “en caso de emergencia” en “un momento dado” nos asegure el retroceso de esta travesía, que tan en jaque nos ha tenido.

Aún aprovechamos las últimas claridades para remontar otra cornisa, donde preparamos nuestro vivac.

21 de agosto

¡Hoy estamos contentos! Contra lo que esperábamos, es ya nuestro cuarto largo de cuerda y la pared cada vez va oponiendo menos resistencia. Otro largo más y Navarro alcanza una gran plataforma situada a unos trescientos cincuenta metros del suelo, la cual decido llamar “Plaza de Rocasolano” en recuerdo de la popular plazuela de las Delicias, en Zaragoza.

Aún quiere la pared oponer alguna resistencia, que pronto se ve arrollada por el empuje de Navarro, a golpe de pitoche y escarpa domina un aéreo y bonito paso que le hace gritar de júbilo.

Otro largo –esta vez a mi cargo-, y de pronto me encuentro a caballo en la arista entre la cara oeste y la norte, suspendido sobre la entrada de la canal de la Celada que se ve allá abajo… muy abajo.

Los largos de cuerda se suceden ya con rapidez: la inclinación de la pared y la abundancia de presas buenas y seguras permiten subir al segundo con la mochila puesta. Aún hay que colocar algún clavo… usar pies y manos en continua progresión. De pronto, ¡sobran las manos, los clavos… pisamos terreno llano!... ¡Es la antecima! Unos metros más, entre peñascos castigados por el rayo durante años y años, y alcanzamos el montoncete de piedra donde nos encontraremos el buzón-registro en el que dejamos la pequeña huella de nuestro paso; pequeña, comparada con la que la “excursión” por tan noble y hermosa pared nos ha dejado a nosotros.

¿Te acuerdas, Navarro, de lo prometido?... Mas líbranos del mal. Amén.

Y bueno aunque y siempre estaré y estoy en contra de la competición en la escalada, y mas aun de los campeonatos en rocódromos y de que la gente se gane la vida con eso, ya que pierde toda la esencia, Alberto Gines, ganó el bronce en el campeonato de Europa de escalada detrás del extraordinario y rarito como dice Alejandro, Adam Ondra, que fue segundo y del primero Jakob Schubert.